En 2014 iniciamos nuestra andadura en el camino de la producción ecológica. Año tras año, al no poder intervenir con toda la premura que se requiere antes de que se dispersen las semillas de algunas adventicias, y al no utilizar herbicidas o pesticidas que acaben con las «malas hierbas», los cardos, los bledos y los cenizos han colonizado la finca.
Ha habido ocasiones en las que el tiempo adverso (semanas continuadas de lluvia) ha imposibilitado llevar a cabo las labores de escarda, es decir, la retirada de hierbas adventicias mientras estaban en su periodo de nacencia.
Estas malas hierbas conviene arrancarlas mientras son pequeñas por varias cuestiones:
- porque es más fácil retirarlas mientras están naciendo. Si llegan a tener gran crecimiento, sus raíces profundizan en la tierra y al intentar arrancarlas pueden arrastrar a las alubias próximas.
- porque cuanto más las dejemos crecer, más compiten con las alubias por los nutrientes de la tierra, por espacio o por la luz del sol
- porque si estas adventicias completan su ciclo de crecimiento esparcen sus esporas o semillas y colonizan cada año más terreno.
- y porque se corre más riesgo de que algunos insectos ataquen a las matas de alubia estando rodeadas de adventicias. Hay especies que, por las sustancias que liberan, son más atrayentes para algunos insectos que pueden ocasionar plagas en los cultivos y transmitir enfermedades víricas, bacterianas y hongos.
Combatir las malas hierbas ha sido nuestra obsesión y nuestra «penitencia». Acabar con las adventicias de 6.800 metros cuadrados no es tarea fácil.
Resulta un trabajo desmoralizador porque cuando llegas limpiando a la mitad de la finca, ya están comenzando a brotar de nuevo las malas hierbas en los primeros surcos.
Además, supone un desgaste físico descomunal. No siempre se pueden atacar las malas hierbas con medios mecánicos: motocultor o desbrozadora, que son máquinas que a pesar de ayudar en las tareas, hay que cargar con ellas portándolas o empujándolas. En muchas situaciones, solo sirven los guantes y la azada:
- El motocultor se puede pasar entre surco y surco de alubias. Durante un tiempo, cuando comenzamos a usar la sembradora de grano, se dejaban los surcos con una distancia de 60 centímetros: esta era la medida exacta para que pudiera pasar el motocultor entre hilera e hilera de alubias.
Por supuesto, hay un momento en el que las matas de alubia empiezan a ponerse más repolludas y a sacar lo que se denominan «guías» (los tallos o hilos superiores) que crecen mucho y que impiden usar el motocultor porque se enredan en él y se cortan.
- Se hacía a mano el trabajo de limpiar lo que quedaba próximo a la alubia o entre una planta y la siguiente. Y cada año se complicaba más y más, porque a medida que avanzaban las temporadas, más proliferaban los cardos y los cenizos.
A la izquierda del tubo de riego se ve el campo con las tareas de escarda completadas y a la derecha, el campo de alubias con el motocultor pasado entre surco y surco pero a falta de limpiar entre alubia y alubia.
En esta imagen se muestra como se comenzó con las tareas de limpieza de adventicias en las líneas de plantación de alubia. Hubo que esperar a pasar el motocultor entre surco y surco porque las condiciones climatológicas impidieron que se pudiera entrar a la finca antes. Fue un año con muchas lluvias a lo largo del periodo de nacencia.
Con este panorama comenzamos a pensar en diferentes métodos para facilitar estas tareas y así fuimos haciendo pequeños cambios, unos con más acierto que otros:
Incorporamos un pico al motocultor para que fuera dejando en la superficie las raíces de los cardos que levantaba porque con las hélices, muchos volvían a enterrarse y nacían de nuevo.
Iván inventó una especie de escardador metálico manual, similar a los que existen en el mercado, que consistía en un cuadradillo de hierro soldado a un palo, pero la verdad es que solo se podía usar mientras las malas hierbas eran muy pequeñas y se avanzaba más con una azada.
Nos interesamos por unas tijeras eléctricas de podar pero nos desaconsejaron su compra porque aún no existía en el mercado una maquinaria de ese tipo para uso profesional: las baterías duraban poco, un uso intensivo acabaría quemando el aparato y ese tipo de tijeras no podían cortar tallos de cierto grosor.
Como inicialmente era reticente al uso de plástico, hubo una campaña en la que hicimos una pequeña prueba poniendo una malla geotextil (como las que se usan en la construcción y que impiden el crecimiento de raíces). No se trataba de una malla antihierbas al uso, porque nos pareció que muchas se deshilachaban y tenían una vida limitada, sino un geotextil usado en construcción al que veíamos muchas ventajas: que era reutilizable, dejaba pasar el agua y el aire. Cubrimos un pequeño trozo de terreno y sembramos unos 16 hoyos. La prueba la hicimos a comienzos de agosto y ahí es donde cometimos nuestro primer error: en agosto las malas hierbas ya no tienen tanto vigor y no crecen como en primavera, pero eso lo averiguamos al año siguiente cuando decidimos cubrir la finca con este material y sembrar en unos agujeros que previamente habíamos hecho en el geotextil. Compramos 25 rollos de material y agujerearlos nos llevó una semana completa de trabajo. Para realizar ese trabajo también tuvimos que ingeniárnoslas y montar una especie de cadena de trabajo desplegando el geotextil sobre una mesa en la que agujereábamos la tela con un soplete y la volvíamos a enrollar por otro extremo.
Galería de imágenes de la colocación de la lámina geotextil.
Pincha sobre ellas para ampliarlas:
La cuestión es que cuando llegó la época de siembra, extendimos varios rollos sobre el terreno. Era muy laborioso porque debíamos sujetarlos cavando por los costados y echando tierra encima. La siembra también fue manual. Tras extender la manta geotextil, fuimos agujero por agujero sembrando las alubias. Vimos que llevaba demasiado tiempo y que nos pasaba la época de siembra. Cubrir todo el terreno de esa manera nos hubiera llevado meses así que, después de tener todos los rollos de geotextil agujereados, reculamos y solo pusimos 3. El resto de la siembra la hicimos con la máquina de siembra de grano ¡y menos mal! Tan solo 15 días después de haber puesto la semilla comenzaron a salir los primeros brotes de las alubias ¡pero también los primeros brotes de todas las adventicias!. El geotextil, no estaba completamente pegado a la tierra y como pasaba el agua y la luz (porque el material era blanco), hizo efecto invernadero y empezó a crecer lo deseado y lo indeseado de una manera asombrosa. Las malas hierbas tenían más vigor que las alubias y algunas de rápido crecimiento comenzaron a elevar la manta geotextil del suelo. Aquello se convirtió en el mayor de los despropósitos. Tuvimos que quitar los tres tramos de geotextil que habíamos extendido y comenzar con una minuciosa tarea de escarda en todas esas zonas. Como hubiera dicho la abuela: «todo nuestro gozo en un pozo».
Evidentemente, esto de las «malas hierbas» se nos había ido de las manos hasta tal punto que nos cuestionábamos continuar produciendo en ecológico. En casa cada vez se alzaban más voces diciendo que había que buscar una solución a esto para evitar deslomarnos.
Así que este año hemos recurrido a una máquina acolchadora para usar plástico en los cultivos.
La verdad es que nos ha liberado de gran parte de esta tarea tan tediosa de la quita de malas hierbas.
Aún así hemos tenido que repasar los cultivos y realizar una escarda manual en las zonas sembradas y una escarda mecánica con desbrozadora o motocultor entre plástico y plástico (donde quedan las zonas de paso que no se cubren con acochado).
