Las malas hierbas ya han hecho su aparición. Algunas de ellas son enredaderas que crecen a pasos agigantados, así que mi padre y mi madre me han ayudado a sallarlas.
¿Os suena a chino el verbo sallar? Pues la palabra existe y está contemplada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como «cavar con la azada».
Al sallar las alubias, se retiran las malas hierbas que hayan podido crecer alrededor y, además, se aprovecha para «arropar» a la planta ahuecando y arrimando la tierra en torno a ella. Esta operación permite que cunda más el agua que reciben (bien sea de la lluvia o del riego), ya que de esa manera se filtra mejor que si la tierra está apelmazada.

Las malas hierbas que han hecho acto de presencia este año son los cardos, los pinachos (desconozco el nombre científico o formal de esta planta, así que utilizo el que toda la vida le han dado en el valle) y unas enredaderas de las que también ignoro su nombre. Mi padre les atribuye a todas la misma familia de herbáceas, a todas las llama (piiiiiii = sonido de censura) plantas.
Las malas hierbas que están naciendo, se arrancan bien con los guantes. Y las que no salen de raíz, reciben un par de azadazos por cada lado para que la raíz aflore y pueda secar al sol descubierta sobre el canal del surco.
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